sábado, 12 de octubre de 2013

La inmigración ilegal

Vaya por delante que lo ideal sería un mundo de países con un nivel de desarrollo parecido, en el que las fronteras pudieran estar abiertas y todas las personas moverse libremente e instalarse donde quisieran.

Seguidamente, hay que dejar bien claro que ningún ser humano es ilegal. Todas las personas tienen derecho a la vida, a conservar su integridad física y moral, a ser tratadas dignamente, y a la libertad dentro de la ley.






Dicho lo anterior, en este lamentablemente muy imperfecto mundo en que vivimos, los países ricos tienen leyes de inmigración muy severas que tratan de impedir que entre en ellos más gente de los países pobres de la que consideran que pueden absorber. Los que infringen estas leyes son llamados, a mi modo de ver correctamente, inmigrantes ilegales, si bien otros prefieren llamarlos "inmigrantes irregulares". Aunque el problema no es nominativo, sino de sufrimiento humano: para saltar las barreras puestas por los países ricos, estos inmigrantes recorren peligrosísimos trayectos, pasan hambre, sed, frío, o son robados, estafados, violados o asesinados. Muchos perecen en el camino. Incluso algunos que consiguen llegar son internados de forma indefinida en centros para extranjeros entrados ilegalmente, hasta que al fin son deportados a sus países de origen.

Esto es lo que se debe evitar.

Desde luego, la mejor forma de evitarlo sería eliminar los paraísos fiscales, donde las cleptocracias que dirigen (es un decir; mejor sería "esquilman") los países de origen atesoran las fortunas que les roban. Pero mientras esto llega, deben tomarse medidas urgentes:

  1. Una política de inmigración inteligente, tipo "green card" estadounidense: cada país rico evalúa sus necesidades de mano de obra extranjera y, a través de sus embajadas, acepta solicitudes de residencia temporal o permanente de trabajadores capaces de satisfacer esas necesidades. Posteriormente se sortean las plazas existentes entre las solicitudes ofrecidas.
  2. Para presentar esa solicitud sólo es necesario acreditar el conocimiento del idioma del país de destino, acreditar que se sabe hacer el trabajo en cuestión, carecer de antecedentes penales y tener las huellas digitales de todos los dedos en perfecto estado.
  3. Además hay que reforzar las fronteras con sistemas tipo SIVE (Sistema Integral de Vigilancia del Estrecho de Gibraltar). Cuando se detecte cualquier embarcación con posibles inmigrantes ilegales, barcos de vigilancia deben abordarla e inspeccionarla. Caso de encontrar alguno, se hará volver a la embarcación a las costas de las que partió (para lo cual habría que suscribir convenios con esos países), se hará bajar a tierra a los ocupantes después de tomar las huellas a todos y cada uno y se confiscará la embarcación. Todo esto, por supuesto, sería muy caro, pero mantener a un lado la riqueza y al otro la pobreza exige un enorme esfuerzo (por eso lo ideal sería un mundo homogéneamente rico). Las fronteras terrestres deberían reforzarse con sistemas adecuados. Si el país en cuestión no los puede pagar (caso de Grecia, por ejemplo), los que pertenezcan a la misma área geográfica de circulación libre de personas deberían ayudarlo con lo que fuera necesario.
  4. Ninguna persona que haya intentado o conseguido emigrar ilegalmente a un país podrá nunca ser aceptado como inmigrante legal. Para cada afortunado en el sorteo del punto 1, se comprueba si sus huellas están en la base de datos de inmigrantes ilegales, y en ese caso, se rechaza su solicitud.
  5. Este sistema debería publicitarse ampliamente en los países de origen: que sus jóvenes tengan muy claro que si deciden respetar la ley, tienen una oportunidad, mientras que si deciden vulnerarla, jamás podrán alcanzar su sueño, y se dejarán inútilmente en el camino una cantidad inmensa de dinero. Hasta puede que la vida. 
  6. En los países de destino, la vida tiene que ser imposible para quien no tenga los papeles en regla. No debe poder alquilar una casa, ni siquiera una habitación, ni abrir una cuenta bancaria, ni transferir dinero, ni trabajar, ni cobrar un sueldo, ni empadronarse. Para todas esas actividades se exigirá ser ciudadano del país o tener un permiso de residencia en vigor. Y además, en este último caso, se anotará la fecha en que termina su validez, y si no es renovado, lo realizado con ese permiso dejará de funcionar. Por ejemplo, un inmigrante legal con permiso de residencia hasta el 8 de febrero de 2015 abre una cuenta para cobrar su sueldo. El banco anota esta fecha en su base de datos. Pues bien, si no entrega al banco una copia de la renovación de su permiso, el 8 de febrero de 2015 esa cuenta queda automáticamente bloqueada. De la misma forma se tiene que multar enérgicamente a los que pretendan ayudar a alguien a sortear la ley (alquilando una habitación a un inmigrante irregular, por ejemplo), incluso, si tienen un permiso de residencia en vigor, con la pérdida de éste. 
  7. Los controles de identidad en la boca del metro, o en las zonas donde los inmigrantes van a divertirse, apestan a racismo. Creo mucho más eficaz controlar las viviendas (¿por qué consume agua una vivienda donde no hay nadie empadronado?), los puntos de envío de dinero (¿cómo puede Andreas transferir mensualmente el doble de su sueldo? ¿No estará ayudando a alguien?) y los centros de trabajo (lo que vendría muy bien no solo para combatir la inmigración ilegal, sino también los abusos contra los autóctonos).
  8. Deben acabarse los permisos por arraigo, Los aspirantes a emigrar a un país rico deben tener muy claro que la única forma de llegar a ser residente legal es respetar la ley desde el principio. No conozco ninguna ley que, si la incumples el tiempo suficiente, dejas de tener que cumplirla. 
  9. Los centros de residencia (que no internamiento) de posibles inmigrantes ilegales no deben estar en el país rico que los haya detenido, sino en el país pobre más cercano que los acepte (a cambio de dinero, claro) y deben ser abiertos: quien quiera se puede marchar de ellos, pero no podrá volver a entrar. Por ejemplo, si se halla que una persona reside ilegalmente en, digamos, Francia, se la traslada inmediatamente al centro de, digamos, Burkina Faso, aunque presumiblemente su nacionalidad de origen sea nigeriana. Allí, si acepta declarar su nacionalidad real, será deportado a su país. Si se niega, tendrá la opción de quedarse allí para siempre o marcharse por la puerta a una realidad todavía peor que aquella de la que huyó. No deberían hacerse excepciones ni con mujeres embarazadas ni con menores, que deberían ser siempre devueltos a sus países de origen y reintegrados a sus familias o, si se niegan a identificarlas, internados en orfanatos de sus países.
Sí, ya sé, para llevar a cabo todo esto hay que tener muy poco corazón. Pero el sistema que tenemos ahora mata. Mata a centenares de personas al año. Si a alguien se le ocurre un sistema mejor, por favor, que deje su comentario. 

19 comentarios:

  1. Una política de inmigración que mereciera tal nombre debería incluir una serie de estrategias y acciones destinadas a tratar con el fenómeno migratorio de forma integral. Debería incluir acciones en el ámbito global, desde la promoción de la democracia y los derechos humanos a la preocupación por el mejor funcionamiento de las instituciones multilaterales encargadas de gestionar la gobernanza global, pues solo en el seno de dichas instituciones podrán países emisores y receptores encontrar soluciones justas y equitativas. También debería incluir acciones preventivas en el ámbito de la diplomacia y la seguridad, destinadas a contener los conflictos antes de que se desbordaran, y contar con instrumentos destinados a paliar las consecuencias de esos conflictos, desde la ayuda de emergencia a la facilitación del asilo político pasando por el apoyo a los refugiados, el retorno de los desplazados o la reconstrucción de las sociedades en conflicto. Por último, una política migratoria que mereciera tal nombre debiera tener la capacidad de incidir sobre políticas clave, desde la promoción del comercio y las inversiones a la política de ayuda al desarrollo. Incluso con todas estas medidas en marcha, nuestras sociedades todavía tendrían por delante una gran tarea que hacer: las políticas de integración, de las que tan poco hablamos, no son solo la otra cara de la moneda de la política migratoria, sino un marcador esencial para averiguar la salud democrática de un país, la tolerancia de sus ciudadanos con la diversidad y su capacidad de lograr un crecimiento económico sostenible.

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  2. En los últimos 20 años, al menos 20.000 personas han muerto en el Mediterráneo tratando de entrar ilegalmente en Europa. Y varios miles más en el Atlántico.

    Puede que las desigualdades y la guerra siempre vayan a existir y que no vaya a faltar gente dispuesta a jugársela en busca de un futuro mejor. Hay que decidir, pues, quién entra y cómo lo hace y, sobre todo, evitar que se maten por el camino.

    Vittorio Longhi, autor de un libro titulado "La guerra de la inmigración: un movimiento global contra la discriminación y la explotación", cree que parte del problema se solventaría si se amplían los canales de emigración legal —ya sea ampliando los sectores laborales o a través de un mayor número en sectores ya existentes—, algo en lo que coinciden no pocos expertos. “Hay que adecuar la demanda migratoria a las necesidades reales de los mercados laborales. Las cuotas de entrada podrían ser mayores en muchos países. La prueba es que los inmigrantes sin papeles encuentran empleo —ilegal y en condiciones terribles—, pero lo encuentran porque hay trabajo.

    Philip Claeys, europarlamentario del Vlaams Belang, partido de la extrema derecha belga, opina distinto: “Mire, los sin papeles vienen a Europa porque en el fondo saben que hay una cierta posibilidad de que acaben entrando. Muchos países de la UE son demasiado laxos y acaban permitiendo la entrada de gente que no son refugiados políticos. Si supieran que no tienen ninguna posibilidad de entrar, no se tirarían al mar”, dice este hombre que recientemente ha visitado Algeciras y Motril y que muestra su asombro por el, a su juicio, abultado número de indocumentados que consiguen quedarse en España.

    Más allá de las grandes cuestiones filosóficas, si se cumplieran las leyes existentes y se modificaran ligeramente otras, la mejora sería sustancial, defiende Judith Sunderland, investigadora de Human Rights Watch para Europa Occidental.

    Y, por último, está el debate de la importancia de ir a las causas del problema. Hace años que Gobiernos e instituciones cayeron en la cuenta de que la mejor manera de evitar que la gente emigre es invertir en el desarrollo de los países de origen y evitar así que tengan que huir.

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  3. La Comisión Europea ha decidido arrojar luz sobre la actividad de los inmigrantes, un terreno tan propicio a la demagogia. Y ha demostrado con datos de distintas fuentes oficiales que el peso de esa población inactiva que tanto preocupa a Reino Unido, Alemania, Holanda o Austria es más que reducido. Paradójicamente, los países con mayor porcentaje de extranjeros comunitarios sin trabajo (Luxemburgo, con un 14%, y Chipre, con un 4%) apenas han alzado su voz en este debate.

    "El estudio deja claro que la mayoría de los ciudadanos europeos que se mueven a otro país lo hace para trabajar y pone en perspectiva la dimensión del llamado turismo de prestaciones, que no está muy extendido ni es sistemático", argumentó el comisario europeo de Empleo y Asuntos Sociales, László Andor, en un comunicado. Un portavoz de Andor añade que el informe se ha divulgado para "discutir sobre hechos, en vez de hacerlo sobre prejuicios".

    El único capítulo en el que los extranjeros comunitarios hacen un mayor uso —proporcional, no cuantitativo— de las prestaciones es el desempleo contributivo. Salvo en dos países: Reino Unido, donde solo el 1% de los inactivos intracomunitarios percibe prestación, frente al 4% de los nacionales. Y en Holanda, donde están igualados. Además, el 79% de quienes no tienen ocupación residen en un hogar donde sí hay actividad. Y la mitad de los inactivos llevan residiendo en el país más de 10 años, lo que aleja el mito de los recién llegados por los embates de la crisis.

    Las cifras demuestran, por tanto, que el debate tiene mucho más de ideológico que de respuesta a un problema real. El Gobierno británico, además, aborda este asunto arrastrado por el auge electoral del partido ultranacionalista UKIP, que ha hecho del odio al extranjero su principal bandera.

    Más allá del paro, el resto de indicadores muestran un peso muy inferior de los extranjeros comunitarios. El gasto que suponen en el capítulo de prestaciones no contributivas (complementos de pensión, subsidios de paro y otras rentas mínimas) apenas alcanza el 5% en la mayoría de los Estados (y en muchos está por debajo del 1%).

    El sistema sanitario es otra de las conquistas que algunos europeos creen amenazada por lo que constituye la esencia del proyecto europeo: la libre movilidad entre fronteras. Los datos que aporta la Comisión reflejan que ese colectivo apenas supone un 0,2% del gasto total en salud.

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  4. El proyecto de la ministra del Interior, Theresa May, consiste en acosar de tal manera a los inmigrantes que estos decidan por sí mismos abandonar el país.

    Para ello, el médico, antes de atender a un paciente, deberá cerciorarse de que sus papeles están en regla, el casero deberá exigir la documentación antes de alquilar un piso, el sacerdote deberá chequear identidades antes de casar a un extranjero y los bancos ni siquiera podrán abrir una cuenta corriente a quien no disponga de los permisos pertinentes.

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  5. Desde el 19 de julio de 2013, todos los interceptados en aguas australianas, son enviados a Papúa, donde pueden pedir asilo. Si lo logran serán refugiados en Papúa, no en Australia, como soñaban.

    Australia se ha comprometido a pagar la mejora de hospitales y universidades papúes además de correr con todos los gastos de alojar y gestionar a los sin papeles.

    Ahora lo que hay que ver es si este sistema hace descender el número de personas que mueren tratando de llegar a las costas australianas.

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  6. P. ¿Debe asumir la UE las competencias en inmigración?

    R. Hay que conjugar tres verbos: ordenar, organizar e integrar. Ordenar significa que por medio de leyes europeas se definan perfectamente la política de flujos migratorios, política común de visados y de lucha contra la falsificación de visados...

    P. ¿Una ley de inmigración europea, común para todos?

    R. Exacto. En segundo lugar, organizar: que las instituciones europeas, no los Estados, lleguen a convenios con los países de origen de los inmigrantes para fijar los términos exactos de la inmigración que puede absorber Europa. Eso daría un golpe demoledor a las mafias...

    P. ¿Quiere decir un acuerdo de la UE con todos los países africanos, por ejemplo, con cuotas de visados, y que sus gobiernos controlen la salida de quienes tratan de emigrar?

    R. Sí.

    P. ¿Eso es realista?

    R. Bueno, yo entiendo que ese es el esfuerzo que hay que hacer para conseguir que la gente que ahora, por ejemplo, entra por Melilla, no sea ilegal, sea legal. Esto sería cambiar el enfoque: legales, no ilegales. Y, en tercer lugar, integrar: que quien viene respete las leyes europeas y la Carta de Derechos Fundamentales, y aprenda el idioma. Lo contrario lleva a la formación de guetos. Todo lo que los demócratas no hagamos por integrar a los inmigrantes lo harán los xenófobos por expulsarlos. Y nosotros, con una población europea tan envejecida, no nos podemos permitir expulsar a los inmigrantes: los necesitamos. Claramente los necesitamos. Es una política suicida decir: “No queremos que vengan los inmigrantes”. ¡Claro que queremos que vengan! Europa necesita sangre nueva.

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  7. En primer lugar, el hecho de que las migraciones sean hoy en día un tema tan discutido es sorprendente desde el punto de vista estadístico. Según datos de Naciones Unidas de 2013, tan sólo un 3,2% de la población mundial reside fuera de su país de nacimiento, lo cual significa que la inmensa mayoría, el 97%, no encuentra suficientes alicientes para moverse. Es importante también destacar cómo en aquellas regiones en las que un grupo de países ha acordado de manera recíproca abrir sus fronteras, los desplazamientos no aumentan excesivamente. En la Unión Europea, el porcentaje de ciudadanos europeos ejerciendo su derecho individual a residir en otro Estado miembro es exactamente el mismo 3% que a nivel mundial. Migrar es, por tanto, la excepción y no la norma.

    En segundo lugar, habría que preguntarse sobre la validez de las políticas restrictivas de los flujos migratorios. ¿Son eficaces la construcción de muros y vallas cada vez más altos a la hora de reducir el número de personas en situación irregular en un país? La mejor manera de responder esta pregunta es observar otros casos en los cuales se ha militarizado una frontera. Como bien ha demostrado la investigación del catedrático de Sociología Douglas Massey y de su equipo de trabajo en la Universidad de Princeton, las consecuencias de la militarización de la frontera sur de los Estados Unidos entre 1986 y 2014 se pueden resumir de la siguiente manera. En primer lugar, un mayor número de cruces por lugares cada vez más peligrosos e inhóspitos con el consiguiente aumento del número de muertos al realizar dichos trayectos. En segundo lugar, se ha elevado el uso de guías o coyotes para cruzar la frontera, así como el precio de los mismos. En tercer lugar, y a pesar de los miles de millones de dólares gastados en sofisticada tecnología durante más de 25 años, la probabilidad de conseguir entrar en Estados Unidos tras un número de intentos se ha mantenido cercana al 100%. Por último, el número de migrantes en situación irregular ha aumentado de manera constante hasta llegar a los 11 millones de personas. Es decir, la militarización de la frontera ha supuesto un colosal fracaso económico y político.

    En tercer lugar, se argumenta que con una mayor ayuda al desarrollo se evitaría que la gente saliese de su lugar de origen en busca de un futuro mejor en Europa. En realidad, cuanto más rica y educada sea una sociedad, mayor número de personas tendrán las cualificaciones necesarias para obtener el visado de trabajo correspondiente y poder establecerse en otro país, y mayores serán las aspiraciones laborales de la ciudadanía. Por ello los países con mayor número de emigrantes no son los más pobres, sino aquellos con un índice de desarrollo medio, tales como México o Turquía.

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  8. “Hay un problema estructural en toda Europa”, explica Kevin McKeever, candidato laborista por Northampton. “Los nacidos después de 1985 crecen con unas expectativas muy altas y la educación que reciben no les prepara para el mercado laboral que se van a encontrar. Culpar a los inmigrantes de eso es injusto."

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  9. Los Gobiernos deberían plantearse una política de atracción de inmigrantes por vías legales y controladas, y acompañarla de las medidas de integración que sean necesarias. Cuando los expertos de Naciones Unidas y de la Comisión Europea insisten en la correlación entre inmigración y prosperidad, hay que escucharles con más atención que a esos políticos soberanistas o de extrema derecha que proponen medidas autoritarias, argumentando que inmigración equivale a delincuencia o a sustitución de trabajadores locales por extranjeros.

    A golpe de refuerzos policiales y de alzamiento general de muros no se alcanzará una solución. Los dramas que se viven en el Mediterráneo —y recientemente en el eurotúnel— son válvulas de escape buscadas por los que ven cortados otros caminos para migrar o pedir asilo. El cierre del paso a la inmigración no solo ahonda la crisis de imagen de Europa ante el resto del mundo, sino que implica, en el fondo, un futuro incierto para los habitantes del Viejo Continente.

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  10. Reino Unido

    Los extranjeros carentes de permiso de residencia lo van a tener muy difícil para trabajar, porque darles empleo constituirá delito, los bancos deberán verificar las cuentas de los sospechosos de situación irregular (para que las autoridades puedan confiscar su salario) y los caseros afrontarán penas de hasta cinco años de cárcel si alquilan viviendas a quienes no puedan probar su residencia.

    Se barajan cuatro años desde su llegada para acceder a ayudas sociales.

    Francia

    La mayoría de las personas sin papeles que son controladas en Francia acaban en comisaría, por un plazo máximo de 16 horas, al fin del cual los agentes les entregan una orden de abandonar el país. Esta puede ser inmediata (con 48 horas para recurrir) o de 30 días. Si la persona es controlada de nuevo pasado ese periodo, puede ser enviada a un centro de retención y expulsada. La policía puede controlar a los inmigrantes en cualquier momento e incluso se presentarse en su domicilio para verificar su documentación.

    Los irregulares no pueden optar a la mayoría de las ayudas familiares ni a vivienda social.


    Alemania

    Las autoridades calculan que en Alemania vive cerca de medio millón de inmigrantes sin permiso de residencia. A ojo de la legislación, estas personas violan la ley y son considerados criminales, aunque cuando son descubiertos no van a la cárcel, sino que son devueltos a sus países.

    Este pequeño ejército en las sombras carece de seguros médicos, no puede alquilar una vivienda y tampoco puede optar a un trabajo normal, porque la ley prohíbe a los empleadores emplear a irregulares.


    Holanda

    Los inmigrantes ilegales son recluidos en centros de acogida repartidos por el país para no sobrecargar sólo a los grandes municipios. En la práctica, están aislados de la sociedad. Sin permiso de estancia y de trabajo, deben irse.

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  11. Australia encierra a inmigrantes irregulares y refugiados en centros de detención fuera de sus fronteras.

    Tony Abbott, el primer ministro, ganó en 2013 las elecciones con la promesa de “parar los barcos” y el compromiso de que “ningún refugiado que llegue en barco podrá instalarse en Australia”. Antes, los campos de refugiados del Pacífico eran lugares donde los solicitantes de asilo esperaban a que las autoridades les concedieran el estatus. Con el nuevo Gobierno, su única salida es conseguir el estatus de refugiado en países como Nauru, Papúa Nueva Guinea o Camboya.

    A principios de 2015 había 3.084 personas en centros de detención en Australia y 2.151 en las islas del Pacífico, incluidos 983 menores. Los solicitantes de asilo viven en tiendas de campaña, vigilados por personal de seguridad fuertemente armado. Alrededor de un 30% de los adultos sufre trastornos psicológicos como consecuencia del encierro o de experiencias previas en sus países de origen. Además, son comunes los intentos de suicido, las palizas y los abusos sexuales entre los encerrados y por parte de los vigilantes.

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  12. La UE debe apoyar el buen gobierno y el desarrollo económico —sobre todo el establecimiento de una seguridad básica— en los países de los que los inmigrantes huyen. Y se hace indispensable la revisión y actualización de un marco que responde al mundo tras la II Guerra Mundial; porque, sin perjuicio de las categorizaciones por decreto —los sirios y eritreos son por definición merecedores de protección—, en puridad, hoy día se diluye la ya de por si borrosa línea que separa a los solicitantes de asilo de los refugiados, los desplazados y los inmigrantes puramente económicos.

    Resulta necesario incrementar la eficacia de los esfuerzos de disuasión en asociación con los principales países de origen y tránsito cuando esto es posible. Además, tenemos que establecer vías legales eficaces para aquellos que merecen amparo o posean las capacitaciones que nuestras sociedades demandan. Sólo entonces tendrán sentido y efecto los regímenes de repatriación para inmigrantes económicos que intenten entrar en Europa irregularmente. Finalmente, como ha recordado recientemente la canciller Merkel, se hace imprescindible el reparto de cargas dentro de la UE. Pero este reparto debe ser equitativo y tener en cuenta las presiones migratorias en conjunto.

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  13. Según los cálculos de Grace Choi y Reinhilde Veugelers, extrapolando el número de extranjeros a los que EE.UU. da la tarjeta verde anualmente, la UE debería cada año dar la residencia permanente a 1.269.219 personas, basándose en criterios de población, PIB, desempleo y número de solicitudes de asilo.

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  14. Es bueno que haya ahora, en los países más prósperos y libres del mundo, una conciencia mayor de la disyuntiva moral que les plantea el problema de estas migraciones masivas y espontáneas, pero sería necesario que, por positivo que sea el esfuerzo que hagan los países avanzados para admitir más refugiados en su seno, no se hicieran ilusiones pensando que de este modo se resolverá el problema. Nada más inexacto. Aunque los países occidentales practicaran la política de fronteras abiertas que los liberales radicales defienden —defendemos—, nunca habría suficiente infraestructura ni trabajo en ellos para todos quienes quisieran huir de la miseria y la violencia que asolan ciertas regiones del mundo. El problema está allí y sólo allí puede encontrar una solución real y duradera.

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  15. Desconcierta la tibia respuesta de Europa a los refugiados. Mientras mira hacia otro lado con las pateras hace un gesto de caridad tan mediático que no llega a solidaridad. La OCDE y la ONU ya decían en 1997: “Los dos retos mas importantes del siglo XXI serán la degradación ambiental y la inequidad en el reparto”. La inequidad explica por sí sola lo que vemos, pues la brecha entre ricos y pobres no para de crecer. ¿Hasta que reviente? Debemos abordar las causas, no solo los síntomas; apoyar que los países pobres adquieran sus propias capacidades y servicios sociales básicos, que no tengan que huir más de sus casas. Allí, acabar con la corrupción y el desgobierno; aquí, dejar de venderles armas, de saquear sus recursos y de endeudarlos. Invertir en buen gobierno, agua potable, salud, educación, energía renovable, en fortalecer su propia capacidad para desarrollarse. El mundo será definitivamente más seguro y satisfactorio con muchos países de renta media. La caridad solo sirve para las emergencias. Recibir a unos miles de refugiados es mejor que nada, pero o cambia la cosa de raíz o nos vamos a enterar. Sobre todo nuestros hijos.— Arturo López Ornat.

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  16. Deseo que los centros de internamiento se instalen en el sur del Mediterráneo para que examinen las demandas de asilo antes de que atraviesen el mar. Los centros deben ser financiados por Europa, pero deben estar en los países que sufren la presión de la inmigración subsahariana como Libia, Túnez, Marruecos o Turquía.

    P. Italia y Grecia siguen creando nuevos centros.

    R. Es incoherente incitar a los desfavorecidos a atravesar el Mediterráneo.

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  17. El primer subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), David Lipton, declaró en un seminario en Bruselas que la inmigración ha incrementado significativamente el PIB per cápita en las economías avanzadas, porque los niveles de capacitación impulsan la productividad laboral y porque en algunos lugares la llegada de inmigrantes en edad laboral ayuda a contrarrestar la escasez demográfica.

    Aunque el primer decil de ingresos es el que más se beneficia, las ganancias de la inmigración las comparten todos los grupos de ingresos.

    Además, la desigualdad no se incrementa como resultado de la entrada de inmigrantes en la población activa.

    No se hallan efectos negativos significativos en los grupos de ingresos medios o bajos en los países receptores de inmigrantes.

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  18. En la cumbre del ECOFIN del 8 de abril de 2017 en Malta se presentó el documento «Impulsando la inversión privada en el norte de África y más allá. ¿Qué papel deben desempeñar las instituciones europeas?» en el que se recomienda lo siguiente:

    1. Conseguir mayor estabilidad política y seguridad en los países del norte de África. La UE puede favorecer esto condicionando su ayuda y su financiación a una mayor estabilidad.

    2. Mejorar el acceso a los mercados. No solo es una cuestión de aranceles. Persisten muchas barreras no arancelarias que se deben levantar. Deben liberalizarse los servicios y conseguirse una armonización normativa.

    3. Promover las instituciones que sustentan a las empresas, particularmente la financiación, pero también los tribunales de justicia.

    4. Reformar la educación y contener el desempleo juvenil. Enseñar a los jóvenes lo que los patronos demandan. Combatir la economía informal y favorecer la formal.

    5. Aumentar la colaboración entre los países del norte de África y los del África subsahariana para contener la inmigración.

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  19. Se trataría de firmar un acuerdo con un país extranjero (en el norte de África o en los Balcanes) que se comprometiese a aceptar el desembarco de todos los migrantes y refugiados que viajaran a la Unión Europea de manera irregular por el Mediterráneo.

    Las instituciones comunitarias se encargarían de garantizar las condiciones de esa plataforma, desde la que trabajadores del club comunitario procesarían las solicitudes de los extranjeros para dilucidar quién tiene derecho al asilo y quién no. Los que reuniesen las condiciones serían transferidos a suelo europeo, y los que no se enfrentarían a un proceso de expulsión, sin llegar a alcanzar nunca territorio comunitario. Eso desincentivaría los viajes y reduciría las muertes en el mar.

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